En Brasil, un país en donde las bromas de cámara oculta están a la orden del día, se estrenó hace no demasiado tiempo la película La Maldición de Chucky, una vuelta de tuerca a la saga del muñeco diabólico que tantas pesadillas ha causado. Para anunciarla, sus productores colocaron marquesinas en las paradas de autobús, pero esto parecía no ser suficiente, así que idearon una broma de cámara oculta para darle algo más de gracia y terror al asunto.
Mientras las pobres víctimas esperaban a que su autobús llegase, la luz empezaba a fallar en la parada y una risa extraña se escuchaba bien cerca. De repente, la marquesina se rompe y de dentro sale el mismísimo Chucky con un cuchillo en la mano, dispuesto a despedazar a todo el que se le pusiera por delante. La cara de las víctimas es todo un poema, y sus carreras son propias de campeones de velocidad.
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