
Una mujer y sus dos hijas caminaban tranquilamente por una calle de
Lorca a las siete menos cuarto de la tarde del miércoles 11 de mayo. Las
niñas vienen de clase de danza y se divierten correteando. Cruzan la
calle cogidas de la mano de su madre, pero una de las pequeñas se suelta
y se queda jugando en la acera. Su madre la llama pero ella no le hace
caso. La mujer decide cruzar a por ella.
Mientras, la otra niña
se agacha para anudarse una zapatilla y se queda sola en la otra acera.
Es ese momento cuando ocurre el desastre, la tierra empieza a temblar y
los cascotes caen por todas partes. La madre se abalanza sobre las niñas
para protegerlas. La polvareda oculta el destino de las pequeñas y de
su madre. Dos vecinas, asustadas, tratan de averiguar qué suerte han
corrido. Pero, cuando la nube se disipa un poco, aparecen las tres
abrazadas. Aterradas pero vivas.